sábado, 24 de febrero de 2007

El dinero nos mata

Bueno.. Primero que nada déjenme decirles por que fue que me decidí en escribir este cuento. Para mí Augusto César Sandino fue uno de los mejores guerrilleros de Latinoamérica. Algunos de ustedes han de pensar que ya había oído ese nombre en algún lado. En nicaragua la lucha Sandinista siguió después de su muerte. El Frente Sandinista de Liberación Nacional creado en 1961; en los años 70´s este liberó a nicaragua de la dictadura fascista de los Somoza. Actualmente Daniel Ortega representante del partido Sandinista acaba de llegar al poder (democráticamente).

Enfrente de una sombra casi inerte se encuentra el cuerpo ensangrentado de una persona… no se logra distinguir quien es, por la oscuridad de la noche. El ambiente parece ser de algún lugar de nicaragua. La ropa de la sombra se logra distinguir por la luz de un quinqué; parece ser del año de 1927. Parece tener una herramienta extraña en la mano… una pistola. De la pistola sale humo.
-¿De esto se trata?- Preguntó la sombra que estaba enfrente del cuerpo – Matar a los de tu pueblo-.
Lentamente se trato de incorporar el cuerpo que estaba frente de el. Un movimiento quizás un impulso involuntario de querer ver a su agresor.
El recuerdo de su pasado le llega a la mente.
Es el año de 1926.
-Creo que no podremos mantenernos con el dinero que nos da el patrón- Dijo Julieta mientras cocinaba en una cocina casi desecha.
-Esto no puede seguir así- Contesto Felipe mientras caminaba en círculos en la pequeña cocina comunitaria.
La situación para ellos se había vuelto más que agobiante. No podían seguir viviendo con ese sueldo después del nacimiento de la niña.

Fue a pedirle un aumento al patrón y este le dijo que la empresa estaba pasando por un momento difícil. Los trabajadores de San Alvino trabajaban quince horas por día; dormían todos amontonados en un galpón. Los mineros de San Alvino no se podían dar el lujo de “vivir”.
-No hay problema Julieta podremos arreglar esto-
Lo único que importaba en esos momentos era su amor. No necesitaban de los medios materiales para poder estar juntos… hasta aquel día.
No se podía decir que el no lo vino venir; la verdad es que fue uno de esos sucesos que uno anticipa con la mente y no con el cuerpo. Tomaba en cuenta que la falta de dinero los pondría en una posición incomoda.
El doctor de la zona les dijo que el bebé traía consigo una complicación y que era necesaria una operación muy costosa para que este pudiera sobrevivir.
Tenia ganas de soltar el llanto mientras caminaba con ella de regreso a casa. Estaba conciente de que si se desmoronaba enfrente de ella empeoraría las cosas.
-Los momentos difíciles no son eternos- dijo Julieta mientras lo abrazaba y lo miraba con la misma pasión con la que se casaron.
A el se le nublaron los ojos y trató de disfrazar sus lagrimas con un bostezo.
Este acontecimiento hizo que ganara más valentía para pedirle el aumento tan deseado al jefe. Sin embargo cuando llegó a la mina y trató de explicarle su situación este le dijo que todos tienen sus problemas y que si le daba un aumento a él le tendría que dar un aumento a todos los de la mina.
Que desesperante es la vida de los pobres. Se pregunto que si en otro universo se presentaría una persona con los mismos problemas. Llegó a un punto de desesperación que lo hizo pensar robar; pero desafortunadamente para él, su comunidad vivía explotada por una empresa imperialista extranjera, y debido a esto todos crecían en un ambiente de pobreza.
El día se llegó y no pudo conseguir el dinero para la operación. En la sala de espera del diminuto hospital fumó una cajetilla de cigarrillos. Hablaba con todas las enfermeras pero nadie le decía lo que estaba pasando; tal vez lo único que necesitaba era que alguien le dijera que todo iba a salir bien. Dio la media noche sin ninguna respuesta. Miraba el reloj todo el tiempo. La desesperación sucumbía como hormigas caminando sobre su cuerpo.
De pronto el doctor llegó. Estaba temblando de la desesperación; tenía ojeras en la cara; su boca estaba azul del miedo. El doctor se le acerco sin verlo a los ojos.
-Lamento decirle que hicimos todo lo que pudimos; pero en esta situación no contábamos con los instrumentos necesarios para operar debido a la poca ayuda que nos da la empresa-
Sintió que caía por un barranco oscuro. El tiempo se detuvo en ese instante. Todos sus años de trabajo y de esfuerzo; sus platicas con ella de las presiones del trabajo; su forma de consolarlo en los momentos mas difíciles. Todo había sido en vano. Sentía las ganas de suicidarse.
-Disculpe- le dijo al doctor. – ¿Pudieron salvar a mi hija?-
El doctor solo miró al suelo y le dijo que no.
Caminó al galpón. La oscuridad cubría el camino. Se dejó caer en el suelo. Nunca se imaginó que algún día sentiría algo como eso. Su vida se detuvo de forma efímera (Cada pedazo de el cayó al suelo), Se preguntaba el por que de que lo malo siempre le pasaba a los pobres. Poniéndolo de esta forma: ella era lo único que tenía; su vida le pertenecía al patrón; sus sueños le pertenecían a la mina; el no contaba con nada; y aunque es egoísta pensar que algo te pertenece, su esposa era la única que lo ponía en la tierra y le decía que cada situación era razón de algo.
Pasó lo que debía de pasar. Perdió la razón hasta el grado de tratar de acabar con sus penas. Varias veces se le vio tratando de suicidarse; ya sea amarrándose una soga al cuello o tratando de cortarse las venas; sin embargo en el momento en que estaba dispuesto a hacerlo su cuerpo lo detenía. Quería ahogar sus penas en alcohol pero con el reducido dinero que les brindaba el patrón apenas podían comer. Como sufren los pobres y nadie se da cuenta. La justicia es un privilegio muy caro.
Un día después de los labores, después de sus 15 horas de trabajo, caminó hacia el árbol sin hojas y amarró una soga en la rama del árbol; acercó una silla y se subió en ella, se puso la soga en el cuello; y se dio cuenta de que existían otro tipo de soluciones. Estaba apunto de bajarse cuando se resbaló. Sentía que estaba apunto de morir. Se acercaba a la duda universal: la muerte. La mirada se le estaba nublando cuando de repente una bala rompió la soga. Una persona delgada se encontraba enfrente de el; la oscuridad hizo que no pudiera distinguirlo; tal vez por que Felipe estaba casi convulsionando por el fuerte impacto de la caída y la soga en su cuello.
-Ayúdenlo- Dijo el hombre delgado con una voz imponente.
De las sombras salieron 20 hombres todos con pistolas. El humo salía de la pistola del hombre delgado; seguía apuntando a la soga desecha; fue un tiro certero a la tensión de la soga era impresionante su precisión a una longitud tan lejana.
Felipe no se cuestionó eso, simplemente cerró los ojos por el cansancio.

Despertó en un cuarto distante. Alguien estaba enfrente de el cuidándolo.
-No tendrás que volver a sentir esa desesperación que te puso en esta situación- El hombre delgado estaba enfrente de el, tenía un sombrero baquero y un paliacate en el cuello.
Felipe sentía un profundo dolor de cabeza.
-¿Quién eres tú y por que me salvaste?- Preguntó Felipe mientras lo miraba fijamente.
-Mi nombre es Augusto- Contestó el hombre.
-No me debiste salvar; hubiera sido mejor que no me hubieras salvado; de todos modos ya estoy muerto- Dijo Felipe con una voz ronca, quizás por que se lastimo el cuello al caer, o por su apatía.-Un pobre menos en este mundo-
-Eso es lo que quiere que pienses el patrón- dijo Augusto
-Esto no se trata de mi patrón; se trata de mí; yo tengo la culpa de lo que me está pasando- dijo Felipe mientras miraba al suelo con indicios de tristeza.
-¿Tú tienes la culpa de haber nacido en la pobreza?-Preguntó Augusto. Felipe se quedo callado. –Ellos te dicen que eres pobre por que así lo quieres tú; pero lo que no te das cuenta es que ellos siempre van a ser infelices por tratar de permanecer en su estatus; por es que crean clases que no existen en un universo materialista como lo es este (materialista en el sentido filosófico).-
Esa era más que una simple platica entre mineros y eso fue lo que comprendió Felipe. Se dio cuenta que Augusto era más que un simple minero, y eso lo orilló a cuestionarlo.
-¿En que trabajan ustedes?-
-Yo trabajaba para la Huasteca Petroleum Company pero me di cuenta del abuso que cometen los monopolios extranjeros; por eso es que encabezo un movimiento para despojar al país imperialista del territorio nicaragüense-
Felipe estaba más que desorientado; primero la muerte de su esposa y ahora esto. En muchos sentidos eso podría ayudar a la renovación completa de nicaragua; se dio cuenta de que ya no tenía nada más que perder y sentía responsabilidad por los demás trabajadores que vivían en un país latinoamericano; ¿Por qué sentirse responsable de esto?... El sentía que ninguna persona del mundo debería vivir lo que el vivía en esos momentos. Lo tenía todo para cambiar las cosas.
-Quiero participar en él-
Su pistola se transformó en su cuerpo y sus compañeros de guerra en su alma.
Se llegó el día de la primera gran batalla. Después de prepararse tras día extenuantes y preparando su puntería.
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-Estamos preparados mi general- En un lugar llamado el Jícaro ellos esperan para el ataque.
-General Sandino- dice Felipe. –Ellos nos superan en número; nosotros somos 29 y ellos son como 100, es muy arriesgado-
-M… No, creo que son 200; no te preocupes ellos no pelean la necesidad de un trato justo. Esta batalla va a hacer historia y los futuros nicaragüenses hablaran de ella con un gran fervor -Dijo Augusto con un valor inspirador.
Empezaron los disparos. La diferencia en número se hizo más que evidente. Poco a poco sus compañeros de guerra fueron cayendo; sus amigos, personas que eran tratadas como animales en la mina; con un trato inhumano. Alcanzaron a herir a algunos soldados pero esto no fue suficiente; tenían que retirarse. Augusto cargaba a Felipe, lo llevaba arrastrando por una bala que lo había alcanzado a tocar. Felipe estaba seguro de que esa no iba a ser una derrota.
Llegó a Segovia y empezaron el camino a su victoria.
Se escuchan los balazos; Empezó el ataque y se llega la noche. Por fin acaba la batalla, la necesidad por el cambio los deja salir victoriosos. Felipe recorre el campo de batalla viendo si alguien quedo vivo. Llega a una zona oscura y se escucha un valazo.
Frente de una sombra casi inerte se encuentra el cuerpo ensangrentado de una persona… no se logra distinguir quien es, por la oscuridad de la noche. El ambiente parece ser de algún lugar de nicaragua. La ropa de la sombra se logra distinguir por la luz de un quinqué; parece ser del año de 1927. Parece tener una herramienta extraña en la mano… una pistola. De la pistola sale humo.
-¿De esto se trata?- Preguntó la sombra que estaba enfrente del cuerpo – Matar a los de tu pueblo-.
Lentamente se trato de incorporar el cuerpo que estaba frente de el. Un movimiento quizás un impulso involuntario de querer ver a su agresor.
-Deberías de dejar de defender a un pueblo que no conoces; eso te va a llevar a la ruina-
-Yo lo hago por conseguir dinero y así poder seguir con mis sueños-
Se encontró con él mismo en el otro lado de la batalla; por eso no sabía que hacer; él nunca había estado tan confundido después de lo de Julieta.
-Mátame- Dijo el cuerpo (escupiendo sangre con cada palabra) que yacía en el suelo. –No quiero morir lentamente-
-Yo no quería…fue tu culpa por querer atacarme- dijo Felipe temblando por la inseguridad.
-Solo hazlo… ¡mátame ya!-
Se escuchó el estruendo de un disparo. Salió Felipe llorando de entre las sombras. Fue como herirse a si mismo; aunque la lucha de Sandino era en su totalidad altruista esto no dejo de lado la posibilidad de que en el otro bando se encontrara gente buena con sus sueños e ideas. Mató a alguien que peleaba por una persona que nunca iba a conocer, que lo manipulaba como en su momento a él lo manipulaba el patrón; por que su guerra era una guerra de clases en donde los ricos peleaban contra los pobres; pero la verdad era que los pobres peleaban contra los pobres y todo gracias a los ricos. Caminó unos pasos y se dejo caer al suelo lleno de sangre. Recordó a Julieta y a su hija que todavía no nacía.
-El dinero nos mata- Pensó en voz alta y se quedó dormido con su arma en la mano.

4 comentarios:

ZonzoMaster dijo...

Me parece bien la historia César, para el año demuestra la clara relación que habia entre dinero e impunidad, digo, aun la hay, pero ahora sabemos que los ricos son humanos y que no son intocables.

Tambien está clara la explotación que hay de los pobres, la carne de cañón de los ricos.

Por cierto, soy Yazel... chida página, me dan ganas de escribir, tengo bastantes ideas en mente, el problema es pasarlas a texto de forma coherente. Pero bueno, quizá despues de examenes.

Anónimo dijo...

Holis!!

te quedó bien padre la historia, esta bien interesante!!!

ba bay

HOMBRE IGUANA dijo...

carnal, simplemente, el mejor pedazo de literatura mexicana de nuestros tiempos, ¿como se imagina uno lugares tan indesifrables?, ¿tan distantes? tu lo has podido hacer, es solo el mejor pedazo de historia humana, resumido en un pequeño lapso de tiempo, en el que se pretende encontrar la libertad, la revolución, la justicia, y la muerte del imperialismo, todo resumido y fusionado a una historia que no es mas que la historia de la sociedad humana.
Si mas gente no lo lee es por no darse tiempo, por ver al final tan inalcanzable, solo ellos podran ser responsables de no poder apreciar "el mejor cuento corto de nuestro tiempo", "de nuestro pequeño estado", pero no pienses que eres mejor, nadie lo es. Solo lo que hacemos es lo que se puede volver mejor aunque no nosotros. Sobres.

SOFIASOL dijo...

Es un cuento que no podría decir que es hermoso, es excelentemente doloroso. Es la misma lucha de pobres contra pobres que se desarrolla en toda nuestra América. Gracias por escribir, y como no vamos a conocer a Sandino.