sábado, 24 de febrero de 2007

El dinero nos mata

Bueno.. Primero que nada déjenme decirles por que fue que me decidí en escribir este cuento. Para mí Augusto César Sandino fue uno de los mejores guerrilleros de Latinoamérica. Algunos de ustedes han de pensar que ya había oído ese nombre en algún lado. En nicaragua la lucha Sandinista siguió después de su muerte. El Frente Sandinista de Liberación Nacional creado en 1961; en los años 70´s este liberó a nicaragua de la dictadura fascista de los Somoza. Actualmente Daniel Ortega representante del partido Sandinista acaba de llegar al poder (democráticamente).

Enfrente de una sombra casi inerte se encuentra el cuerpo ensangrentado de una persona… no se logra distinguir quien es, por la oscuridad de la noche. El ambiente parece ser de algún lugar de nicaragua. La ropa de la sombra se logra distinguir por la luz de un quinqué; parece ser del año de 1927. Parece tener una herramienta extraña en la mano… una pistola. De la pistola sale humo.
-¿De esto se trata?- Preguntó la sombra que estaba enfrente del cuerpo – Matar a los de tu pueblo-.
Lentamente se trato de incorporar el cuerpo que estaba frente de el. Un movimiento quizás un impulso involuntario de querer ver a su agresor.
El recuerdo de su pasado le llega a la mente.
Es el año de 1926.
-Creo que no podremos mantenernos con el dinero que nos da el patrón- Dijo Julieta mientras cocinaba en una cocina casi desecha.
-Esto no puede seguir así- Contesto Felipe mientras caminaba en círculos en la pequeña cocina comunitaria.
La situación para ellos se había vuelto más que agobiante. No podían seguir viviendo con ese sueldo después del nacimiento de la niña.

Fue a pedirle un aumento al patrón y este le dijo que la empresa estaba pasando por un momento difícil. Los trabajadores de San Alvino trabajaban quince horas por día; dormían todos amontonados en un galpón. Los mineros de San Alvino no se podían dar el lujo de “vivir”.
-No hay problema Julieta podremos arreglar esto-
Lo único que importaba en esos momentos era su amor. No necesitaban de los medios materiales para poder estar juntos… hasta aquel día.
No se podía decir que el no lo vino venir; la verdad es que fue uno de esos sucesos que uno anticipa con la mente y no con el cuerpo. Tomaba en cuenta que la falta de dinero los pondría en una posición incomoda.
El doctor de la zona les dijo que el bebé traía consigo una complicación y que era necesaria una operación muy costosa para que este pudiera sobrevivir.
Tenia ganas de soltar el llanto mientras caminaba con ella de regreso a casa. Estaba conciente de que si se desmoronaba enfrente de ella empeoraría las cosas.
-Los momentos difíciles no son eternos- dijo Julieta mientras lo abrazaba y lo miraba con la misma pasión con la que se casaron.
A el se le nublaron los ojos y trató de disfrazar sus lagrimas con un bostezo.
Este acontecimiento hizo que ganara más valentía para pedirle el aumento tan deseado al jefe. Sin embargo cuando llegó a la mina y trató de explicarle su situación este le dijo que todos tienen sus problemas y que si le daba un aumento a él le tendría que dar un aumento a todos los de la mina.
Que desesperante es la vida de los pobres. Se pregunto que si en otro universo se presentaría una persona con los mismos problemas. Llegó a un punto de desesperación que lo hizo pensar robar; pero desafortunadamente para él, su comunidad vivía explotada por una empresa imperialista extranjera, y debido a esto todos crecían en un ambiente de pobreza.
El día se llegó y no pudo conseguir el dinero para la operación. En la sala de espera del diminuto hospital fumó una cajetilla de cigarrillos. Hablaba con todas las enfermeras pero nadie le decía lo que estaba pasando; tal vez lo único que necesitaba era que alguien le dijera que todo iba a salir bien. Dio la media noche sin ninguna respuesta. Miraba el reloj todo el tiempo. La desesperación sucumbía como hormigas caminando sobre su cuerpo.
De pronto el doctor llegó. Estaba temblando de la desesperación; tenía ojeras en la cara; su boca estaba azul del miedo. El doctor se le acerco sin verlo a los ojos.
-Lamento decirle que hicimos todo lo que pudimos; pero en esta situación no contábamos con los instrumentos necesarios para operar debido a la poca ayuda que nos da la empresa-
Sintió que caía por un barranco oscuro. El tiempo se detuvo en ese instante. Todos sus años de trabajo y de esfuerzo; sus platicas con ella de las presiones del trabajo; su forma de consolarlo en los momentos mas difíciles. Todo había sido en vano. Sentía las ganas de suicidarse.
-Disculpe- le dijo al doctor. – ¿Pudieron salvar a mi hija?-
El doctor solo miró al suelo y le dijo que no.
Caminó al galpón. La oscuridad cubría el camino. Se dejó caer en el suelo. Nunca se imaginó que algún día sentiría algo como eso. Su vida se detuvo de forma efímera (Cada pedazo de el cayó al suelo), Se preguntaba el por que de que lo malo siempre le pasaba a los pobres. Poniéndolo de esta forma: ella era lo único que tenía; su vida le pertenecía al patrón; sus sueños le pertenecían a la mina; el no contaba con nada; y aunque es egoísta pensar que algo te pertenece, su esposa era la única que lo ponía en la tierra y le decía que cada situación era razón de algo.
Pasó lo que debía de pasar. Perdió la razón hasta el grado de tratar de acabar con sus penas. Varias veces se le vio tratando de suicidarse; ya sea amarrándose una soga al cuello o tratando de cortarse las venas; sin embargo en el momento en que estaba dispuesto a hacerlo su cuerpo lo detenía. Quería ahogar sus penas en alcohol pero con el reducido dinero que les brindaba el patrón apenas podían comer. Como sufren los pobres y nadie se da cuenta. La justicia es un privilegio muy caro.
Un día después de los labores, después de sus 15 horas de trabajo, caminó hacia el árbol sin hojas y amarró una soga en la rama del árbol; acercó una silla y se subió en ella, se puso la soga en el cuello; y se dio cuenta de que existían otro tipo de soluciones. Estaba apunto de bajarse cuando se resbaló. Sentía que estaba apunto de morir. Se acercaba a la duda universal: la muerte. La mirada se le estaba nublando cuando de repente una bala rompió la soga. Una persona delgada se encontraba enfrente de el; la oscuridad hizo que no pudiera distinguirlo; tal vez por que Felipe estaba casi convulsionando por el fuerte impacto de la caída y la soga en su cuello.
-Ayúdenlo- Dijo el hombre delgado con una voz imponente.
De las sombras salieron 20 hombres todos con pistolas. El humo salía de la pistola del hombre delgado; seguía apuntando a la soga desecha; fue un tiro certero a la tensión de la soga era impresionante su precisión a una longitud tan lejana.
Felipe no se cuestionó eso, simplemente cerró los ojos por el cansancio.

Despertó en un cuarto distante. Alguien estaba enfrente de el cuidándolo.
-No tendrás que volver a sentir esa desesperación que te puso en esta situación- El hombre delgado estaba enfrente de el, tenía un sombrero baquero y un paliacate en el cuello.
Felipe sentía un profundo dolor de cabeza.
-¿Quién eres tú y por que me salvaste?- Preguntó Felipe mientras lo miraba fijamente.
-Mi nombre es Augusto- Contestó el hombre.
-No me debiste salvar; hubiera sido mejor que no me hubieras salvado; de todos modos ya estoy muerto- Dijo Felipe con una voz ronca, quizás por que se lastimo el cuello al caer, o por su apatía.-Un pobre menos en este mundo-
-Eso es lo que quiere que pienses el patrón- dijo Augusto
-Esto no se trata de mi patrón; se trata de mí; yo tengo la culpa de lo que me está pasando- dijo Felipe mientras miraba al suelo con indicios de tristeza.
-¿Tú tienes la culpa de haber nacido en la pobreza?-Preguntó Augusto. Felipe se quedo callado. –Ellos te dicen que eres pobre por que así lo quieres tú; pero lo que no te das cuenta es que ellos siempre van a ser infelices por tratar de permanecer en su estatus; por es que crean clases que no existen en un universo materialista como lo es este (materialista en el sentido filosófico).-
Esa era más que una simple platica entre mineros y eso fue lo que comprendió Felipe. Se dio cuenta que Augusto era más que un simple minero, y eso lo orilló a cuestionarlo.
-¿En que trabajan ustedes?-
-Yo trabajaba para la Huasteca Petroleum Company pero me di cuenta del abuso que cometen los monopolios extranjeros; por eso es que encabezo un movimiento para despojar al país imperialista del territorio nicaragüense-
Felipe estaba más que desorientado; primero la muerte de su esposa y ahora esto. En muchos sentidos eso podría ayudar a la renovación completa de nicaragua; se dio cuenta de que ya no tenía nada más que perder y sentía responsabilidad por los demás trabajadores que vivían en un país latinoamericano; ¿Por qué sentirse responsable de esto?... El sentía que ninguna persona del mundo debería vivir lo que el vivía en esos momentos. Lo tenía todo para cambiar las cosas.
-Quiero participar en él-
Su pistola se transformó en su cuerpo y sus compañeros de guerra en su alma.
Se llegó el día de la primera gran batalla. Después de prepararse tras día extenuantes y preparando su puntería.
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-Estamos preparados mi general- En un lugar llamado el Jícaro ellos esperan para el ataque.
-General Sandino- dice Felipe. –Ellos nos superan en número; nosotros somos 29 y ellos son como 100, es muy arriesgado-
-M… No, creo que son 200; no te preocupes ellos no pelean la necesidad de un trato justo. Esta batalla va a hacer historia y los futuros nicaragüenses hablaran de ella con un gran fervor -Dijo Augusto con un valor inspirador.
Empezaron los disparos. La diferencia en número se hizo más que evidente. Poco a poco sus compañeros de guerra fueron cayendo; sus amigos, personas que eran tratadas como animales en la mina; con un trato inhumano. Alcanzaron a herir a algunos soldados pero esto no fue suficiente; tenían que retirarse. Augusto cargaba a Felipe, lo llevaba arrastrando por una bala que lo había alcanzado a tocar. Felipe estaba seguro de que esa no iba a ser una derrota.
Llegó a Segovia y empezaron el camino a su victoria.
Se escuchan los balazos; Empezó el ataque y se llega la noche. Por fin acaba la batalla, la necesidad por el cambio los deja salir victoriosos. Felipe recorre el campo de batalla viendo si alguien quedo vivo. Llega a una zona oscura y se escucha un valazo.
Frente de una sombra casi inerte se encuentra el cuerpo ensangrentado de una persona… no se logra distinguir quien es, por la oscuridad de la noche. El ambiente parece ser de algún lugar de nicaragua. La ropa de la sombra se logra distinguir por la luz de un quinqué; parece ser del año de 1927. Parece tener una herramienta extraña en la mano… una pistola. De la pistola sale humo.
-¿De esto se trata?- Preguntó la sombra que estaba enfrente del cuerpo – Matar a los de tu pueblo-.
Lentamente se trato de incorporar el cuerpo que estaba frente de el. Un movimiento quizás un impulso involuntario de querer ver a su agresor.
-Deberías de dejar de defender a un pueblo que no conoces; eso te va a llevar a la ruina-
-Yo lo hago por conseguir dinero y así poder seguir con mis sueños-
Se encontró con él mismo en el otro lado de la batalla; por eso no sabía que hacer; él nunca había estado tan confundido después de lo de Julieta.
-Mátame- Dijo el cuerpo (escupiendo sangre con cada palabra) que yacía en el suelo. –No quiero morir lentamente-
-Yo no quería…fue tu culpa por querer atacarme- dijo Felipe temblando por la inseguridad.
-Solo hazlo… ¡mátame ya!-
Se escuchó el estruendo de un disparo. Salió Felipe llorando de entre las sombras. Fue como herirse a si mismo; aunque la lucha de Sandino era en su totalidad altruista esto no dejo de lado la posibilidad de que en el otro bando se encontrara gente buena con sus sueños e ideas. Mató a alguien que peleaba por una persona que nunca iba a conocer, que lo manipulaba como en su momento a él lo manipulaba el patrón; por que su guerra era una guerra de clases en donde los ricos peleaban contra los pobres; pero la verdad era que los pobres peleaban contra los pobres y todo gracias a los ricos. Caminó unos pasos y se dejo caer al suelo lleno de sangre. Recordó a Julieta y a su hija que todavía no nacía.
-El dinero nos mata- Pensó en voz alta y se quedó dormido con su arma en la mano.

El primero del cabellero

...estás muerto. Así es, tú estás muerto, hasta los huesos, no estás respirando, muerto. ¿Cómo lo sé? Mira a tu alrededor, ¿concibes algo más que mi voz? No. Eso es estar muerto. ¿Qué si soy dios? No exactamente, además ¿qué es dios?, no lo sabes, yo sí sé que es, dios es este lugar, dios es la nada, dios soy yo. No trates de huir, después de todo, no hay a donde ir, no te sientas mal, viviste en la nada ¿qué hay de malo morir en ella? Cada vez es más difícil recordar quien eras, lo sé, no por nada estás en lo que es mío, en mi nada. No intentes de recordar solo te sentirás peor, porque jamás podrás ver a quien amabas, o sentir un rayo de sol, así que acepta que no volverás y no mires atrás.
¿Qué si siempre estarás aquí? Algo así.
¿Qué si siempre estaré yo aquí? Se podría decir.
No preguntes más, sólo torturas tu pobre y muerto espíritu. Una más puedes preguntar una cosa más...
¿Qué haces aquí? Ver en las tinieblas, vivir en ellas, tener nada y tener miedo de perderlo, pero sobre todo esperar, esperar a que...
HUBO SILENCIO

-Entonces lo voz omnipresente desapareció, trate de llamarla, pero nunca contestó, pasó el tiempo, entonces, oí a alguien, una ligera voz, suave y lejana como el viento, aun podía recordar el viento, esa voz preguntaba...
¿Qué me pasa?
Le conteste sin pensar.
-Estás muerto...

martes, 20 de febrero de 2007

El milagro 2

Esta es la continuación de el milagro. Estaba apunto de publicar otra historia cuando me dí cuanta de que había dejado esta inconclusa.




Pánico… Es lo unido que pudo sentir en esos momentos contradictorios. No podía ser que una persona como el rompiera con uno de los mandamientos mas imperdonables en lo que es la iglesia católica y de todo el mundo de la religión.
-¿Cómo puedes decir tal cosa?; dios no diría tal cosa de uno de sus pastores ahora vete de aquí indio borracho-
El hombre caminó por el sendero a meditar despues de haber creado un profundo enojo en el padre.

El padre estaba completamente agobiado, pensaba:
Supongamos que dios si le dijo eso al indio; ¿si dios dijera eso entonces tendría que ser verdad?; no, yo soy el único responsable de mis actos, una acción precipitada marcaría mis años de preparación. Un momento… ¿Que pasaría si ese indio va y le cuenta a todos que yo le dije que lo mataría?... Tengo que hacer algo… No, no debo; pero si no lo ago pondrá al pueblo en mi contra; un rumor es un arma peligrosa entre la ignorancia. El no tiene mamá ni papá ni mucho menos una esposa; por lo tanto, ¿quien notaria si este desapareciera?... ¿Como puedo pensar eso?; eso es lo que quiere él, que toda mi vida se venga abajo. Toda mi vida haciendo lo correcto con mi mente siempre pueril, y de pronto llega él, hablando de algo que no ha pasado; sin embargo, no debo perder mi fe… ¿Cómo pudo haber predicho que yo me pondría de esta manera?; el no puede ganar nada a base de su propia muerte… Lo más probable es que algo se fumó.

La noche se acercaba. En ese pueblo sin nombre el silencio es algo hermoso en la tarde, pero devastador en las noches. Un atardecer de color rojo sangre perturbaba al padre, la cual miraba el padre desde la ventana de su alcoba; el color que pudo desquiciar a Munich con su cuadro del grito; leía pasajes de la biblia para buscar algún pasaje que le explicara las posibilidades de explotar su fe en un asunto incomodo como ese.
Pensaba que por rumores como ese habían desaparecido a padres en ese pueblo alejado de la civilización; debido a esto el había encontrado el cupo para ser padre de ese pueblo. No era que la gente desconfiara de el sino que en esos momentos, en esa época, existía cierta actitud fanática.

De pronto… Vio al hombre caminando por debajo de los candiles con velas enfrente de la ventana de su alcoba; se dio cuenta de que muy pronto difundiría la historia y eso pondría en una situación incomoda al padre.
Se paró, dejó el libro en una mesa, miró un crucifijo y dijo:
-Sacrificios-
Bajó las escaleras de la iglesia. Abrió las grandes puertas de la iglesia. La loma estaba enfrente de él y no se podía divisar nada. En la iglesia la luz era un lujo; los padres se habían ido a una convención. Estaba solo en esa enorme muestra de la arquitectura humana. Fastidiado por el margen de sus decisiones no se dio cuenta de que enfrente de el se encontraba un muñón de leño e inevitablemente tropezó con el. En el pedazo de leña se encontraba un hacha recién usada por el encargado de mantenimiento; agarró el hacha y la miró fijamente. El hombre caminaba por el camino empedrado y el padre se dispuso a seguirlo. Se estaba volviendo loco.

El hombre no se dio cuenta de que el padre lo seguía.
La penumbra de la noche se encontraba en el camino empedrado. En los ojos del padre se divisaba una desquiciada mirada de odio. El hombre llegó a un acantilado para contemplar la inmensidad del cosmos. El padre sintió que esa era su oportunidad. Apenas podía levantar el hacha así que la llevaba arrastrando. La levantó enfrente de su espalda.
-Padre, ¿es usted?- Preguntó el hombre.
El padre se quedó perplejo de aquel extraño suceso.
-Tal vez se preocupe por que supe que era usted; bueno por que dios me lo dijo- dijo el hombre- Tal vez se pregunte por que dios diría tal cosa de uno de sus pupilos- El padre le seguía viendo la espalda- dios actúa de formas distintas; a usted le dio ese rango de poder, que lo hace poder hablar en nombre de dios, pero… ¿Qué es dios?, ¿dios representa un todo o una forma? Esa es la cuestión. Dios fue creado por nosotros. Lo extraño es que dios me dijo que usted me mataría; esto es lo que me puso en contradicción, por que si dios no existiera no se pudiera haber expresado conmigo ¿Qué hace que este tenga autonomía? Tal vez… yo soy dios-

-Blasfemo. Si fuera dios podrías salvarte a ti mismo en caso de morir- Dijo el padre enfadado. -Tu no eres Jesús- El padre estaba tan enfadado que hasta levantó el hacha con señal de amenaza para que dejara de blasfemar a su dios.

El hombre no contento con las ideas del padre señaló:
-Supón que Jesús era un ser con ideas muy avanzadas para su época. Se podría decir que Jesús realizaba estas acciones por que comprendía que el Universo es inmaterial y esto lo simplificaba diciendo que existía el paraíso, un mundo después de la muerte; aunque Jesús predicó que la bondad es elemental para entrar al paraíso siguen existiendo las guerras; esto quiere decir que todo ha sido mal interpretado-

El padre se preguntaba como una persona viviendo en un lugar tan retirado de las nuevas ideas podía cuestionarse tanto de su existencia. La ira lo invadía. Le enfadaba el hecho de que todo lo que sacrificó fuera en vano y más aun que lo pusiera a dudar de su preparación.
-¿Quién eres?- Preguntó el padre lleno de rabia.
-Mejor dicho ¿quien eres tú?- Respondió el hombre creando una respuesta que no los llevaría a nada. – ¿Tienes fe de que al que le sirves no es a un Humano común y corriente?-
-Cállate- Respondió el padre mientras se le acercaba con el hacha, se le abalanzó y justo antes de usarla el hombre perdió el equilibrio. Mientras el aire revoloteaba el pelo del hombre se escucho una voz casi borrosa por el viento que hacia silbar los árboles a su alrededor:
-¿Cuál de los dos es dios?
En el bar el padre casi terminaba de contarle la historia al cantinero.
-Lo vi caer y estaba sumamente contento, por esa razón yo lo maté- El padre estaba ebrio y empapado en sudor. – Su único objetivo era hacerme pensar si lo que hacia era lo correcto- Bajó la mirada. -¡Y lo logró!- Levantó una carcajada seca y tenebrosa.
La noche obligó al cantinero a sacar al padre y llevarlo a la iglesia. Al llegar este se dio cuenta de que el jardín no había sido cortado y que los animales gritaban de hambre. Al dejarlo adentro de la iglesia el cantinero se tropezó con un objeto. Se horrorizó al ver el hacha totalmente ensangrentada. Se dio cuenta de que el padre había cometido dos pecados aquella noche. El padre ya ha sido marcado de por vida y ni su amigo el cantinero quien guardaba muy bien los secretos de los borrachos lo iba a proteger de lo que estaba por venir.

jueves, 15 de febrero de 2007

Oh, mi gallo de Oro!

Tras meses y meses de hacer minuciosas investigaciones acerca de un tema muy debatido por las masas, he llegado a la conclusión de dicho problema. No es por ser una persona “creída” pero quiero que se tome nota de que Hoy, 15 de febrero del 2007, yo (Miguel Cervantes) descubrí, tras múltiples razonamientos todos fundamentados con solidez, al hasta ahora desconocido asesino de Valentín Elizalde (alias el gallo de oro).

Tras el asesinato me encontré con varias evidencias:
-Una camisa de corte norteño.
-Un par de botas, hechas con la piel de algún animal que seguramente no pudo defenderse al ser brutalmente cazado, mientras probablemente se dirigía con su familia o iba en camino al hospital a ver a su madre, victima de cáncer en el páncreas.
-Una hebilla del tamaño aproximadamente de un puño.
-Un par de lentes con corrección para la miopía, que probablemente usaba para leer a sus máximas influencias tales como: Neruda, Borges… etc.
-Un cuerpo con 27 penetraciones de bala, identificado como Valentín Elizalde.

Solo una mente tan desarrollada como la mía es capaz de hallar la solución, sin siquiera haber estado en la escena del crimen y con evidencias de dudosa procedencia.

Esta queridos amigos es mi conclusión:
El asesino de Valentin Elizalde es Diego Santoy Riveroll, ¿Por qué? Porque es puto, motivo por el cual la señora identificada como Tereza Costa Grande (mejor conocida como Tere Coss) sintió atracción por el muchacho y mantuvo relaciones impropias con el mismo, suceso que al ser conocido por Erika Peña le produjo celos, pues ella era novia de Diego Santoy. Entonces movida por dicho sentimiento, llamó a Diego y al parecer le ordenó matar a sus hermanitos y a Valentin Elizalde.

…Ay! Como me duele! Como me duele que te saquen a bailar!

miércoles, 14 de febrero de 2007

el arma plateada

Ya estoy arto de la estepa que recorro, del sol que me consume, que me deja sin una sola gota de sudor; sudor que a la ves es devorado por mi ropa; ropa que el único uso que tiene en este ínfimo lapso de tiempo es el de un horno para mi cuerpo ya quemado por el sol; ropa que me quitaría de no ser por su protección contra los abrasadores rayos de sol, que perforarían mi piel y consumirían totalmente los músculos y las viseras que me cubren. Ya estoy cansado de los cactus y los helechos que se postran sobre el pavimento arenoso; esa arena que hace arder mis pies; sobre los que se encuentran mis zapatos, que me quitaría de no ser por la superficie ardiente sobre la que se paran. Ya me cansé de caminar sin llegar a ninguna parte, ver las mismas montañas pardas que se ocultan en el horizonte. Debe de ser ya el medio día y aún siento la necesidad de descansar por un rato, pero no hay roca fría sobre la cual descansar, ni árbol que me preste por un momento su sombra, solo estos helechos y estas rocas planas que semejan sartenes hirviendo, y se que de encontrar un lugar para descansar las moscas devorarían mi cuerpo, por que ellas al igual que yo están sumamente hambrientas.

De mi mano derecha cuelga una pistola que alguna vez robé a un pistolero importante despues de morir, recuerdo que fui yo quien lo mató, creo que le clavé una daga en el corazón o en el hígado, el calor ya no me deja recordar con claridad, creo que empeñé esa daga y ya no la volví a ver. Mi camisa está manchada de sangre o al menos con una sustancia parecida a ella de color púrpura rojizo, gracias al maldito que me encontré en una de esas inmundas cuevas de las montañas del norte, recuerdo que el infeliz tenía once patas y que de su fauces bramaban lamentos de ira, enrojecidos con el olor a la sangre que le llenaba la boca, y gritaba enfurecida, llena de odio, y de su rostro deforme brotaba baba y moco de un color claro que no era visible en su totalidad, pero estaba ahí, podía sentirlo y olerlo, le colgaba de aquellos ojos rojos encendidos con fuego y de esos colmillos amarillos y largos como navajas, y sus manos eran tan delgadas como las mías en este momento, tenían unas uñas negras descuidadas, quizás de tanto escarbar las rocas y de rasguñar las paredes de la cueva. Pero aún así le volé la tapa de los sesos, de el solo quedó el aire que soltó despues de su ultimo respiro. Todavía siento la furia que me izo sentir el que me manchara mi camisa, pero lo castigué por eso, mientras moría, le perforaba partes o vitales de su cuerpo con balas enardecidas, seguí disparándole hasta que se quedó inmóvil por el dolor, lamento en este momento haber malgastado mis balas, ya que en este momento solo me queda una, que probablemente utilizaré despues.

Ya quiero llegar a alguna parte, solo quiero morir en algún lado, de lo contrario no existiría, moriré en el profundo infinito de mi mente, que se desaparecerá despues de unos momentos de estar tirado en la arena, pero, si en cambio, puedo llegar a un pueblo podré reencarnar en la mente de otras personas, podré morir como el hombre que cruzó el desierto, y llegó a algún lado para morir y dejar mi pistola plateada, para que despues de mi muerte alguien la tome, y con ella pueda conservar el legado de los pistoleros, continuar matando por reputación, eso es lo que quiero, pero en este momento tengo mas esperanzas de morir debajo de una sombra que de un pueblo. Ahora mi mente juega con migo, me ha hecho ver cosas que no están ahí, he visto todo tipo de cosas: mi madre, mi hermano, una mujer a la que amé alguna vez, y en este momento veo un pueblo que se extiende delante de mí, pero, no, no es posible que sea, los he visto miles de veces, cuando llego solo son simples formaciones rocosas que parecen jamás haber sido tocadas, por el momento es mejor no hacerme falsas esperanzas, se me cierran los ojos del cansancio.

El pueblo que alguna ves había visto a los mas grandes pistoleros crecer sobre el, estaba siendo destruido, e irónicamente era destruido por la ausencia de estos mismos, ya que el pueblo estaba pasando por una sequía y no había dinero suficiente para comprar una arma, pero aún así a la criatura gigante que destruía el lugar le importó muy poco eso, con sus musculosos brazos rompía las casas hechas de barro, y al ver a una persona correr, le perseguía hasta alcanzarle, para despues devorarlo completo con sus enormes fauces y aún así seguía hambrienta por que no había nada que llenara su enorme estomago. Proyectaba el terror al verle a los ojos rojos brillantes, y su rostro semihumano, y se deslizaba sobre veloces piernas de león, necesariamente musculosas, para poder soportar el peso de aquel animal. Pero de la frente del monstruo brotó un borbotón de sangre y carne, que creció gradualmente conforme pasaban los segundos, y un hoyo comenzó a formarse dentro de este, y a través del hoyo era visible la figura desvalida del pistolero, derrumbándose en el instante en que el hoyo alcanzó su diámetro máximo, el pistolero dejó caer su brazo junto con la pistola. En aquél instante los habitantes alcanzaron a oler la mezcla de sangre y pólvora, como carne quemada, que se impregnaba en el aire del pueblo, y el monstruo se derrumbó al igual que el pistolero.

Despues de eso en todo el pueblo se difundió la historia del héroe desconocido, de cómo pudo derrumbar al monstruo que atacaba al pueblo, y le levantaron una estatua en su honor, y así se volvió eterno, por que aquel día no murió, renació en los pensamientos de los habitantes del pueblo, ya que ahora era su redentor, sólo los individuos existen, si es que existe alguien, dijo alguna vez Borges. Pero al pasar el tiempo el pueblo fue destruido por la sequía, al igual que sus habitantes, y se volvió un espejismo. Y todo aquello, el pueblo y el planeta, se perdieron en el infinito. Y los hechos que hoy describo jamás ocurrieron, no son más que parte de la nada que nos rodea, no son más que palabras, letras y signos, nuevamente parte del eterno infinito.